4 razones por las que amamos ir a festivales

Porque muchas de las mejores cosas que hay en la vida no son materiales.

 

Hay experiencias que quedan marcadas para toda la vida porque, sencillamente, no se repiten. Los festivales de música, son una de esas cosas. Si te consideras un quisquilloso social y crees que un evento de este tipo no es motivo para gastar tu dinero o invertir tus vacaciones: créenos, con estas razones te vamos a convencer.

 

¿Cuál es la diferencia con los conciertos?

Para comenzar, el espacio. Los festivales como el Mayan Madness suceden en su mayoría, en espacios al aire libre o mejor aún, en algún lugar paradisiaco. Otra diferencia importante es que los festivales agrupan a varios artistas o bandas en un mismo evento. Obviamente, por esa razón, también hay una enorme diferencia entre la duración de uno y otro.

 

Ahorra dinero y tiempo

A diferencia de un concierto, los festivales son un buen modo de ahorrar. Si no nos crees, calcula cuánto te costaría ir a los conciertos de cada uno de los grupos que verás en un festival. ¿Verdad que si te costaría una lanita? Eso sin contar el tiempo que esperas a que regrese esa banda, DJ o artista favorito, a tu país.

Vive el momento

Uno de los elementos más importantes que encuentras en un festival, por la cantidad de horas que compartes con otros fans, es el valor de la comunidad. Eventos de este tipo son el pretexto perfecto para crear historias inolvidables, vivir aventuras divertidas, conocer personas con intereses comunes y hacer amigos. El festival no es sólo la música, sino el ambiente que crean los asistentes, tú incluído.

Conoce más música

Es difícil que conozcas a todos los integrantes de un cartel de música. Los festivales presentan grupos o artistas que conocemos y disfrutamos y otros que ni sabíamos que  existían, lo cual, es una ventaja porque así conoces nuevas propuestas musicales.

Diviértete en grande

¡Aquí te diviertes sí o sí! Ya que estés en ambiente, sólo pensarás en lo bien que te lo estás pasando porque, aceptémoslo: cuando estamos en un festival es inevitable no sentirse conectado con el resto del entorno.