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Reseña: Chingadazo de Kung Fu en el Lunario del Auditorio Nacional

Por: Víctor García

Cada generación, llega una banda que se vuelve la voz de miles de personas. Actualmente, dicha banda es Chingadazo de Kung Fu.

Por eso, el Lunario es visitado por personas usando playeras de la banda que no existía al iniciar esta década. Esas más de mil personas gritan cuando un video muestra el camino vivido en los últimos (casi) cuatro años.

Las luces vuelven pero ahora con Marino, Ale y Beto sobre el escenario mientras que todos gritan, «chingadazo, chingadazo».



Orinando contra el viento |

Sí, el trío se ve conmovido pues como siempre lo ha dicho, jamás pensó que una banda formada para tocar en una fiesta entre amigos llegaría a este punto. Mucho menos pasó por su mente que un EP independiente se volvieran el soundtrack de muchas vidas.

‘#Imape’ y ‘Rehab’ abren la velada entre coros incansables por parte del público. ‘Azul Turquesa’, ‘Intento fallido #7’ (con parte de Los Pandilleros como invitados) y ‘Sexo anal con hipsters (por detrás)‘  le dan -casi- toda la vuelta al EP debut, al EP que los llevó a Vive Latino y a montones de ciudades de México.

Sin duda, es la noche más especial (hasta ahora) para el CHDKF. Se nota en la emoción del público y en la voz cortada de Marino a la hora de contar las historias detrás de las canciones, que dicho sea de paso, muchas fueron creadas a partir de su divorcio.

De tradiciones e invitados |

Los conciertos del Chingadazo de Kung Fu se van llenando de tradiciones. Una de las más especiales es tocar ‘Pobre Corazón’ de Embajada Boliviana. No todo el Lunario la canta, caso contrario a ‘Sigo Perdiendo’, probablemente la canción más desesperanzadora del EP. Por si fuera poco, Pepe de Seguimos Perdiendo sube con su guitarra para cantarla y de paso, ‘Nena Boba’.



Es extraño, pero pese a que Seguimos Perdiendo es (probablemente) la banda más importante de punk rock en México, nuevas generaciones han conocido su música gracias a CHDKF. Y es que, Beto es su baterista y además, en cada oportunidad, Ale y Marino cuentan que antes de tener una banda, siempre iban a sus conciertos.

Aquí queda claro que la música cambia vidas. Un día ves a tus ídolos sobre el escenario y al siguiente estás tocando con ellos. Un día cuentas tu vida a través de tus canciones favoritas y al otro, otras personas encuentran refugio en letras que escribiste. Por eso, ‘Nena, la fiesta terminó’ y ‘No me importa’ finalizan a la primera mitad del concierto de forma brutal.

Chingadazo de Kung Fu 2.0 |

De nuevo, las luces se apagan y al encenderse, los papás del trío están tocando de lo más tierna. La banda vuelve a subir entre aplausos y se vive uno de los momentos más emotivos de la noche.

Además, el momento en el que CHDKF abraza a su familia, le pone fin al ciclo de Orinando contra el viento y le da la bienvenida a Me pongo hasta la madre porque estoy hasta la madre, el disco por el que todos están presentes.

Las emociones no paran y ahora es la mamá de Marino la que sube al escenario. Después de mucho tiempo sin hablarse, ella llora mientras sostiene su mano y escucha al cantante y bajista decir que ‘3 de noviembre (no me agüito)‘ fue escrita exclusivamente para ella.

‘Asunto pendiente’ y ‘Epitafio’ dejan claro que CHDKF ha madurado y por eso, sus canciones son aún más personales. Éstas cuentan momentos clave de su vida y rinden homenaje a las personas que se han cruzado por su camino. Desde sus nuevos pilares de estabilidad hasta la ex-novia que inició una vida con otra persona.

Tres canciones más e invitados como Lng/SHT y Erik (Allison) le ponen fin al concierto que ha provocado litros de sudor entre los cuerpos que no dejan de brincar, alzar el puño y cantar hasta perder la voz.

Un final que más bien es un principio |

Tras ‘No te voy a regresar tu Apple TV’, llega el final con ‘No lo tomes a mal’. Ésta se interpreta con todos los invitados de la noche sobre el escenario mientras papelitos vuelan por todo el inmueble desatando la mejor vista de la noche.

Los caminos de la música son misteriosos pero sabios. Hoy, más de mil personas salen del Lunario rodeadas de nuevas historias y también, dejando en el pasado los bailes escolares, las fiestas terminadas, las noches que pasaron viendo Annie Hall, los viajes a la costa michoacana y las canciones de la radio.

Todas las fotos: @garaizfoto

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