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Cinéfilo

Reseña – Aladdin (2019)

Por: Víctor García

2019 es un año lleno de películas live-action por parte de Disney y uno de ellos corresponde a Aladdin. Dirigido por Guy Ritchie (RocknRolla, Sherlock Holmes), se trata de un hermosa visita al reino de Agrabah en el que no salimos librados del todo.

Las libertades de reescribir la historia |

Aunque los pasajes más importantes de la cinta animada están presentes, Aladdin se toma libertades para modificar la historia a su gusto y conveniencia.

Tristemente, ésas son las partes que menos funcionan por lo que aplica a la perfección el «si no está roto, no lo arregles».



Cuando la historia camina y se siente muy bien, aparecen detalles que cavan un agujero profundo que empieza a sepultar la nueva apuesta de Disney.

Entrar en detalles es dar spoilers, pero lamento decir que los nuevos arcos argumentales son débiles y no aportan nada al universo de Aladdin.

Will Smith como el gran protagonista |

Dichas libertades que la producción se tomó fueron encaminadas a Will Smith. Por mucho es el actor más conocido del cast y curiosamente, es el que más brilla.

Sí, la película animada le daba mucho peso al genio (cuya voz era de Robin Williams); sin embargo, en este live-action le dan aún más peso.



Pese a puntos muy específicos, esto no es nada malo pues al final, la película se salva gracias a la actuación de Will Smith. Su voz es impecable a la hora de cantar, su carisma natural y el gran trabajo en el CGI hacen que sus intervenciones sean las mejores de la cinta.

Por supuesto, si eres de las personas que no pueden ver a Will Smith ni en pintura, probablemente Aladdin no sea para ti.

Aladdin, el musical |

Si pensamos en las canciones de la película animada nuestra cabeza empieza a moverse pues tenemos recuerdos muy especiales con ellas.

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Las libertades que ya hablamos también aplican en este departamento. Están ejecutadas muy bien y su nuevo sonido es propositivo, pero no será del gusto de todos.

Ahora, las canciones originales son un tema aparte pues son simplemente malas y muy inoportunas. Sin entrar en spoilers, uno de los momentos clave de la película es destruido porque se decidió incluir un número musical un tanto exagerado.

Jasmine, madre de dragones, rompedora de cadenas |

Así mismo. La protagonista de la cinta es una calca de Daenerys (interpretada por Emilia Clarke en Game of Thrones).

El empoderamiento es un tema clave en esta era, pero cuando se mete con calzador resulta un tanto incomodo. En el caso de Jasmine, así sucede.

Su versión animada es valiente y toda una guerrera. Para el live-action quisieron aumentar la dosis y se pasó por mucho. Al final, un personaje animado tan querido se convierte en uno falso y poco creíble.

Todo iba tan bien |

Disney se caracteriza por no escatimar ni un peso. Aladdin es la nueva prueba viviente.

Cada toma que nos invita a explorar el mundo de Agrabah es espectacular. Los colores, la creación de todo un pueblo y sus alrededores dejan huella que ni las arenas del tiempo pueden borrar.

Escenas como la de la cueva y la del viaje en la alfombra mágica son majestuosas y dignas de volver a ver un par de veces más.

Finalmente, los momentos en los que los lujos excéntricos hacen su aparición hacen que el corazón palpite de emoción gracias a los colores y la calidad en cada detalle. Parece como si el Circo du Soleil brincara a la pantalla con su mejor espectáculo.

¿Ser guapo es un pecado? |

En su misión de buscar la perfección, todo el cast de Aladdin es descaradamente bello. Al parecer, se preocuparon más por sacar su mejor ángulo en pantalla que ofrecer actuaciones más destacadas. En particular Jafar, que pasa directo al top 10 de los peores villanos de un live-action.

En el caso de Aladdin, siempre se ve peinado, sin sudor y sin ningún rastro de mugre entre su ropa. Con todo y que todo el tiempo arriesga el pellejo entre movimientos que recuerdan a Prince of Persia.

Sumado a esto, el poco parecido que personajes como el Sultán con sus versiones originales hacen que a veces olvidemos que Aladdin es la película en pantalla.

El final |

Entre puntos buenos y malos, la cinta cae en un abismo del que ya no se repone en sus 25 minutos finales. Se trata de una suma de malas decisiones, terribles escenas y actuaciones medianas cuyo resultado es que nos alegre ver «the end» más de la cuenta.

Conclusiones |

Aladdin es una película visualmente bella pero cuyo interior carece de muchas imperfecciones y hasta errores de narrativa que le quitan valor al desenlace de cada personaje.

Optar por darle mayor peso al apartado musical y a ciertos personajes se anclan como malas decisiones que el resto de la película debe arrastrar.

Los ciclos de día y de noche son impecables y viajar a un Agrabah casi, casi tangible lo valen todo. Para mala suerte de Disney, verse bien en cualquier dirección no sirve cuando le falta espíritu a la obra en general.

Imagen: Coolture

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Víctor García es fan de los videojuegos, la música triste,
la ciencia ficción y Los Simpson. Es fiel defensor del
plástico caro formato físico y lo puedes seguir en Twitter.