Joystick 09
Joystick 09: ¿En qué punto debemos renunciar a un videojuego?
Yo fui de esos niños que se frustraban al no poder avanzar en un videojuego. Sí, incluso llegué a azotar un par de controles y claro, recibí fuertes regaños.
Con los años, aprendí a superar la frustración y bueno, ayudó mucho aprender el esfuerzo que significa poder comprarte una consola y un videojuego.
En todo ese tiempo, me pregunté más de una vez si había algún momento clave para decirle adiós a un videojuego.
Los juegos son para divertir |
Vamos por partes; si cada hora que pasas frente a un juego sientes que lo disfrutas menos, no hay más qué pensar. Déjalo de inmediato.
Es más, me acaba de ocurrir eso hace unos minutos mientras bostezaba en Recore. Cabe mencionar que es un juego que me llamaba mucho la atención.
No sé, tal vez el próximo año lo retome y le avance un poco más pues al fina, tiene sus momentos divertidos. Sin embargo, su propuesta es algo que no disfruto en este momento.
Así es, la diversión que te otorga un juego es muy diferente a la que le otorga a otras personas. Al final, cada cabeza es un mundo, ¿no?
Cuando comenzó la fiebre de los trofeos y los logros, llegó a obsesionarme la idea de sacar la mayor cantidad. De nuevo, el tiempo pasó y empecé a dedicarme a disfrutar y no pensar en ello.
Juega lo que te guste, no lo que te digan |
Con esto último pienso que a veces olvidamos que un juego está hecho para divertirnos y no para estresarnos. Si el mundo ya es suficientemente problemático, no tiene sentido aumentar el estrés frente a un producto que dicho sea de paso, te costó dinero.
No importa si es el juego de estreno o el de moda. Si no te gusta o te aburre, sigue tu camino. Personalmente no disfruto Fortnite y por ello lo dejé a los tres días de consumirlo.
Otro caso es Red Dead Redemption 2. Reconozco que es una obra de arte y Rockstar Games siempre me sorprende; sin embargo, GTA V y RDR fueron títulos que toqué muy pocas horas antes de ponerlos en mi lista de espera.
Siempre hay un nuevo reto |
En estos días el señor Amazon llegó a mi puerta con la YoRha Edition de NieR Automata y sí, fui muy feliz.
Siempre que empiezo un juego lo pongo en difícil pues considero que es el reto ideal. Tampoco me clavo demasiado pues rara vez juego las dificultades extremas. Ya sabes, las que te impiden guardar progresos o hacen que pierdas la partida de un sólo golpe.
En fin, NieR Automata no fue la excepción y lo puse en difícil. Grave error.
A los 10 minutos de empezar muero y para mi sorpresa, el juego me dice que desbloquee un final (hay 20 disponibles) y además me regresa a la pantalla de inicio.
Vuelvo a repetir el juego y pierdo mucho antes. Repito y logro avanzar. Algo me distrae y vuelvo a perder.
Para mi sexto intento llego con un jefe y al derrotarlo bajo la guardia. De nuevo, grave error pues NieR Automata me regresa a la pantalla de inicio y bueno, a empezar de cero.
Después de unas dos horas de iniciar partida una y otra vez descubro en la red que es casi imposible terminar la intro en difícil pues son tres jefes y varios enemigos que te destrozan con dos golpes pues nuestro personaje (máximo) es nivel 3.
Pensé en abandonar, pero pese a todas las derrotas, no paraba de disfrutar el juego. Al final opté por terminar la introducción en «normal» y después, elevar el juego a «difícil».
Hasta ahora llevo unas 8 horas de juego y parece que no he avanzado suficiente. Sin embargo, NieR Automata es un reto bastante interesante.
Terminar cualquier misión es algo muy satisfactorio y a la hora de perder (después de la intro ya se pueden guardar avances), algo te invita a volverlo a intentar y superar el obstáculo.
Hace unos días llegué a un enemigo que en realidad, son tres gusanos metálicos enormes que atacan al mismo tiempo y con diferentes patrones. Lo intenté varias veces y no pude superarlo.
Así pues, decidí enfriar mi cabeza algunos días y justo ahora estoy por encender la consola para recibir una oportunidad más. En algunas semanas te contaré si logré superar el reto que significa NieR Automata en difícil o si de plano lo dejé porque llegó un punto en el que la frustración pudo más que la diversión.
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