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Un viaje entre sueños

Por: La Neta Pechugona

Siempre quise vivir junto al mar. De verdad, era un sueño constante.

Siempre pensé en qué se sentiría ser libre.

Lo pensaba mientras veía un balcón que daba al mar a mis 8 años, en alguno de los viajes que hice con mis papás.



¿Qué se sentirá vivir junto al mar?

¿Qué se sentiría no regresar a la escuela?

¿No les ha pasado que se sienten inexplicablemente atraídos por «algo»?

Ese «algo» es tan poderoso que se queda como un llamado en tu interior y lejos de un sueño, se convierte en una meta.



Les explico un poco, nací en la Ciudad de México, sí, y aunque amo la ciudad, nunca he sentido que pertenezco a ella. Soy como una pieza que embona pero no encaja.

No era la típica que se quejaba del tráfico o la contaminación. Total, ya estaba más que acostumbrada. Ya saben, para el citadino, estar mínimo una hora en el coche es lo normal, ya hasta tienes botanas en el coche y una playlist para aguantar a cualquier camionero que se te aviente.

Pero como quiera, el mar era mi sueño. Vivir junto al mar.

Y lo postergué mucho, hasta que un día, enferma de depresión y con el corazón roto, tomé el valor que me quedaba y compré con mis ahorros un vuelo a Playa del Carmen, sin regreso, por supuesto, decidida a encontrar un nuevo hogar.

Empezaron las apuestas en mi contra. Decían que no aguantaría, que cómo alguien como yo, con todas las comodidades, podría irse a vivir a otro lugar.

Pero el reto de mudarme era fuerte, ya no quería estar aquí, quería crecer en todos los aspectos y el irme lejos era una prueba de fuego.

Y cuando llegué, mi amiga Thanya me recibió con los brazos abiertos y me advirtió que el caribe es muy poderoso y puede que te escupa o te adopte, que le echara ganas y encontraría mi lugar.

Así comenzó mi gran aventura al cumplir mi sueño

La vida de verano no es una vida para cualquiera, no es para vacacionar, muy contrario a lo que la gente piensa.

Así lo descubrí, comencé a trabajar en un hotel, donde sólo descansas un día a la semana y los días festivos y vacaciones comunes desaparecen.

Donde debes tener sólo lo básico en tu refri, porque la mayoría del tiempo trabajas con temperaturas arriba de 30 grados y con un uniforme no muy halagador.

Que estás lejos de tu familia y amigos, pero el caribe te regala otra, formada de esos mismos aventureros que al igual que tú, tuvieron los huevos de buscar algo, sin tener claro qué.

 

Y así, los años pasaron en el caribe, 3 años y medio para ser exacta.

Con calor, sin ganar mucho, pero feliz.

Completa y absolutamente feliz, al ser dueña de mi tiempo, despertar con el cielo azul, un azul que es difícil ver en la ciudad.

Y en cada día de descanso en una aventura diferente: rapelar, bucear, nadar con tiburones, ir a un rooftop y vivir cansada, pero satisfecha.

Mi sueño de vivir en el mar fue muy diferente a lo que esperaba; sin embargo, fue mejor.

Pude vivir sola, hacer las cosas por mí misma, hasta hacer las cosas más simples empezaron a ser un logro.

Cocinarme rico, tomar un baño de agua caliente, comprar muebles para mi casa, todo era nuevo y todo era un orgullo.

Comencé a cantar de nuevo con mariachi, incluso a ganar dinero por algo que disfrutaba enormemente hacer, no había limites para mí porque hacía lo que tanto quería y lo más importante: sané mi corazón.

Vivir en el mar me regresó la vida.

El destino por ahora me ha regresado a la ciudad y puedo decirles abiertamente que regresé por un reto profesional.

Las oportunidades son contadas y hay que tomarlas.

Ahora que estoy aquí, me he dado cuenta que no hay sueldo que pague tu tranquilidad, aquí cosecho otra parte de mi vida que tenía abandonada, pero mi sueño sigue y seguirá: vivir en el mar.

En el mar la vida es más sabrosa, en el mar no todo es felicidad, igual ahí pasa la vida, pero qué increíble es tener una orilla salada en la cual puedas ir a sentirte mejor.

Tengo planes para regresar y aún así todos los meses voy. Eso me ayuda a re-conectarme con la Fabiola que sabe lo que quiere.

Me recuerda que soy valiente y que no estoy amarrada a ningún lugar para ser feliz, porque eso depende enteramente de mí.

 Así que si hoy sientes que no encajas, toma una maleta y vete, reconecta tu vida, encuéntrate.

No hay nada más increíble que verte al espejo y decir «lo hice».

No te amarres al miedo.

No dejes de realizar un sueño por el tiempo que pueda tomar alcanzarlo, el tiempo pasará de todos modos.

Cumple tus sueños y viaja entre ellos.

#lanetapechugona.

 

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